LLEGABAS FATIGADA DEL TRABAJO
Llegabas tarde, harta de aguantar
al jefe de sección, a la encargada
de mantenimiento. Colgaste el día
en el perchero. El pelo revuelto
te hacía cosquillas en la cara,
y no me permitían tus encantos
mirar hacia otro lado. Me besaste
–lo recuerdo– como se besa a un hombre.
(En el telediario, tonterías.)
Tomaste mis rodillas como asiento
y no pude remediar decirlo: «Eres
lo más bonito de la tierra».
Y por primera vez no era mentira.
de LA CASA DE LOS CORAZONES ROTOS.
VARIOS AUTORES. SELECCIÓN DE ABEL SANTOS.
Próximamente en librerías.
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